El queso es uno de los alimentos más populares y queridos de nuestra gastronomía y es que un verdadero cheeselover le echa queso a prácticamente cualquier comida y picotea queso a todas horas. Sin embargo, durante el embarazo hay que hacer ajustes en nuestra dieta, evitando alimentos susceptibles de contener microorganismos que puedan atravesar la barrera placentaria y afectar al bebé, como por ejemplo la carne, los embutidos, el huevo o pescados poco cocinados. El queso es uno de estos alimentos con los que surgen dudas durante la gestación, pero lo cierto es que no hay que renunciar a él, o al menos no por completo.
La principal fuente de listeria es la leche cruda, así que, para evitar el contagio, la mujer embarazada podrá consumir queso siempre y cuando sea de leche pasteurizada, ya que el proceso de pasteurización impide la proliferación de bacterias y otros patógenos perjudiciales para su salud y la del feto sin eliminar los nutrientes y beneficios de los lácteos. También puede existir mayor riesgo con quesos no muy curados, pues contienen más agua y es más sencillo que tengan bacterias.